Si pudiera profanar las palabras, con el toque preciso, justo a tiempo para no ser descubierto.
Revelar mi transgresión y permitir que esta obsesión devoradora por tus ojos llegue al límite, más allá del cansancio y la distimia.
Cuando nos veamos aquí y allá, tú sabrás que el azar no existe.
Aunque sigas atando mis manos con fuerza, como respire, me acercaré más.
Al patalear me hundo más en las arenas.
Si me quedara inmóvil, se que nunca te tendría.
Hace falta asediar un rincón en tus sueños para descifrar e invadir tu silencio.
Lo intentaré callado.