El mono de hule

20.5.09

Reconectar

Las dos marcaba el reloj en la pantalla, cuando encontré ese disco y apagué la luz.

De pronto oí una voz que me llamaba y podía ver desplazándose las paredes, el piso, el techo, los muebles. Sentía los cambios de ángulo de mi posición respecto al piso, como una terrible jaqueca vertiginosa, imposible de controlar. Aún mas desesperante era el no saber lo que hablaba, ni lo que me decía la voz en la bocina.

En medio del tambaleo encontré la quietud del piso bajo mi cara, del lado derecho, y en la confusión encontré mis pies liberados de la presión del peso del cuerpo.

Entonces mi mente logró enfocar  y parecer coherente ante los incesantes cuestionamientos de la no malintencionada voz, y cuando todo hubo terminado, reposando me encontré de nuevo en la cama de donde había salido.

Hice mil intentos pero mi cuerpo adormecido era tan solo un montón de huesos y carne en reposo que nada -o muy poco- podía hacer contra los efectos de la gravedad en los cuerpos.

Sin embargo tantos esfuerzos lograron despertarlo, aunque la mente siguiera atada a las notas musicales inductoras del trance.

Poco a poco fui recuperando el lugar de mi ser en mi cuerpo y el dominio de sus movimientos al mismo tiempo que reconocía el dolor en la cara, un pie casi esguinzado y el tiradero en la habitación.